La Unesco reconoció en el 2001 la personalidad y singularidad del arte mudéjar aragonés como Patrimonio de la Humanidad y destacó especialmente a seis obras, entre ellas a la iglesia-fortaleza de la Virgen de Tobed construida a lo largo de la segunda mitad del siglo XIV y principios del siglo XV y en la que se realizaron algunas reformas durante los siglos XVI y XVIII.
Tobed perteneció como encomienda a la Orden del Santo Sepulcro de Calatayud desde 1144, tras la concordia entre esta Orden y Ramón Berenguer IV, como compensación a su renuncia a la parte del territorio aragonés concedido en testamento por el rey Alfonso I el Batallador.
Las obras de construcción de la iglesia comenzaron el 1 de abril de 1356, el obispo de Tarazona mandó paralizarlas alegando derecho a las rentas que generaran los altares que se construyeran, actuó de árbitro en el litigio, el arzobispo de Zaragoza, que se resolvió con la sentencia dictada, el 3 de junio de 1359, a favor de la Orden, a la que quedaron adscritos la iglesia y todas sus rentas. La vinculación de Tobed a la Orden del Sepulcro fue la razón de que en la construcción y decoración de la iglesia participaran los mejores maestros de obras del momento, conocemos la participación de Mahoma Calahorrí y Mahoma Ramí, y del mecenazgo tan importante que ejercieron los reyes de Aragón y Castilla, el arzobispo de Zaragoza, el Papa Luna y otros notables del Reino que dotaron al santuario de un importante patrimonio artístico.
En 1851 por el Concordato entre España y el Vaticano las iglesias y posesiones de la Orden pasan a la jurisdicción del obispo de Tarazona, diócesis escasa de medios que no podrá hacer frente al deterioro del edificio y a los gastos de las reparaciones necesarias, comenzando el declive y la enajenación del patrimonio artístico de la iglesia. En este contexto se situaría la salida del pueblo de obras de arte, entre ellas los retablos dispersos por museos y colecciones privadas.
El día 29 de enero de 2013, la Virgen de la Leche entraba en el Museo del Prado por la puerta grande. El Presidente del Gobierno y otras autoridades acompañaba a José Luis Várez Fisa donante de una colección de doce obras de época medieval, entre las que se destacaba como joya de la misma la tabla procedente de la localidad de Tobed. La obra salió del pueblo a finales del siglo XIX o principios del XX, en 1908 pertenecía a la colección Román Vicente de Zaragoza, posteriormente sabemos que estuvo en la colección Birk de Barcelona y en la Várez Fisa. La noticia provocó en el pueblo, alegría, orgullo (nuestra virgen iba compartir espacio y a tratar de tú a tú a la Inmaculada de Murillo y a otras obras de los grandes de la Historia del Arte) y tristeza por el patrimonio perdido a lo largo del tiempo.
Tobed a lo largo de los siglos ha utilizado como soporte de la devoción a la Virgen diferentes imágenes. Todas forman parte del patrimonio histórico-artístico del pueblo, aunque algunas de ellas, como la tabla donada al Prado, de incalculable valor artístico, parece que pronto dejó de ser objeto devocional de primer orden. Desde tiempos remotos las dos imágenes de la devoción popular han sido: la talla gótica situada en el altar mayor y sobre todo el icono regalado en 1400 por el rey de Aragón Martín I el Humano:
1) Imagen gótica de la Virgen con el Niño, del siglo XIII, es una talla realizada en alabastro, que luce coronas de metal dorado, se sitúa en el centro del altar mayor de la capilla de la virgen, en un hueco grande pensado posiblemente para una imagen mayor, hoy perdida.
2) Se conservan estampas grabadas con una imagen que porta la leyenda “Verdadero Retrato de la muy antigua y milagrosa Imagen aparecida Nuestra Señora de Thobed venerada en Thobed ” Pueden ser reproducción de una imagen que se situaría en el hueco principal del altar mayor, posteriormente, en ese espacio se colocó la imagen gótica adaptándolo, al menor tamaño de esta, con un rompimiento de gloria del siglo XIX que tras la reciente restauración ha sido eliminado, quedando de manifiesto que esa imagen no es para la que se pensó el hueco del retablo.
3) Virgen de la Leche o de la Humildad, siglo XIV, témpera sobre tabla de la que es difícil precisar su fecha exacta de ejecución y su autoría, parece ser que se encargaría al taller de los Serra por Enrique II de Castilla, siendo conde de Trastámara, para regalar a los canónigos de la Orden del Santo Sepulcro por la ayuda y el cobijo a su familia prestado en la guerra contra su hermano Pedro I de Castilla.
La Virgen aparece reclinada, sosteniendo al Niño con sus dedos y amamantándolo. Es un retrato de Corte de la familia real castellana, ya que a los pies de la Virgen como donantes se sitúan el primer rey Trastámara su mujer, la reina doña Juana Manuel y los infantes Juan, nacido en Épila en 1358 y Leonor, sus armas aparecen en la parte alta del cuadro, dinastía que tanto contribuyó a la creación de la monarquía hispánica. Se convierte en el retrato real más antiguo de la colección del Museo del Prado.
Emile Bertaux la describe así en el catálogo de la exposición Hispano-francesa celebrada en Zaragoza en 1908. “Un rey y una reina, acompañados de un príncipe y una princesa, aparecen arrodillados, donantes minúsculos, a los pies de una Virgen que da al Niño de mamar y a la cual los ángeles adoran. El manto de la Virgen es de un hermoso azul de Ultramar, adornado con pájaros presentados unos junto a otros, y pintados de amarillo. El forro del manto es de esa laca de rubia, conocida con el nombre de laca de Florencia. Las dalmáticas de los ángeles y los trajes de los donantes son de tonos anaranjados, sobre los cuales brillan ricos follajes de oro. El traje del Niño es de oro”.
Este retablo junto con los retablos de san Juan y María Magdalena, se situarían en los altares situados en la cabecera de la iglesia. Cuando en el siglo XVI se realiza, en un tramo del antiguo claustro existente tras la cabecera de la iglesia, una capilla dedicada a la Virgen, se derribó el muro que lo separaba de la capilla y el retablo donado por Enrique II no sabemos donde pasó a ubicarse, para esta capilla se realizó el actual altar barroco, de madera dorada, donde se colocaría la imagen desaparecida y posteriormente la gótica.
La imagen de la Virgen de rostro sereno y dulce es de medio cuerpo y lleva al Niño Jesús en los brazos, se cubre con un manto de color rosa fuerte, de complicados pliegues, con una cenefa dorada, el fondo de la pintura es blanco rosáceo. Se sitúa dentro de la influencia sienesa del siglo XIV y está pintada al estilo bizantino. La tabla se guarda en un templete de plata, pieza singular del arte del renacimiento en Aragón, labrado en Calatayud en 1517. Para su guarda se abrió un hueco en una de las paredes de la capilla mayor, donde ha permanecido como imagen de devoción y seña de identidad para el pueblo.