3/6/09

Carta de Mª Pilar Catalán

Amigos internautas:
Yo conocí a Daniel Salanova desde que tuve uso de razón, pero para nosotros, críos de la época, era Don Daniel, "el Maestro", que se quedó en Tobed, cuando se casó con Toñi Barranco.
Fue un maestro que junto con Rosalina Villarmín hicieron que le cogiese gusto a la lectura, pues los dos me hacían leer y me prestaban libros. Los dos tenían gran ilusión en que mi padre, Marcos, me dejara estudiar y sobre todo Daniel que se prestaba a prepararme gratuitamente, pero en aquella época las cosas no eran tan fáciles y salir a estudiar no era tan sencillo como ahora.
Salí de Tobed cuando tenía 16 años y mi vida tomó otros derroteros que no voy a comentar aquí. Con la Familia Salanova siempre tuvimos una gran relación, ya que éramos vecinos de sus padres. Al casarse Daniel con Toñi, se vinieron a vivir a los castillos, concretamente a la calle Calatayud, así en época de verano o al finalizar las clases me iba a su casa. Allí siempre me sorprendía con sus historias ya que le insistía en que me contase sus vivencias en Guinea. Lo cierto es que yo estaba entusiamada ya que se las hacía repetir. Una de ellas, allá por el año 1965, la pude constatar, al conocer a un guineano, el cual al saber que yo era de Tobed, me dio su nombre y saludos para Daniel, ya que había sido alumno suyo y cuando hablé con él del "Profesor", como él le llamaba, lo recordó y también a su familia.
En casa de Daniel, como he dicho, me sorprendía con su ingenio y las cosas que tenía, en especial unos collares que me ponía en el cuello y pesaban un montón, un caparazón de tortuga, fotos de Guinea, unas botellas que llenaba de agua para las gallinas, que ponía boca abajo y me explicaba por qué no les faltaba agua ni la ensuciaban... Tantas y tantas anécdotas que me faltaría papel para describirlas todas. Pero, sobre todo, recuerdo un joyero que le había regalado a Toñi, precioso, o al menos yo lo recuerdo así. Cuando me dijo que lo abriese, yo no me atrevía, porque no sabía qué contenía. Quedé impresionada al escuchar aquella música y ver a la bailarina bailando sin parar. Recuerdo que mi madre me lo tuvo que quitar pues yo estaba empeñada en llevarla a mi casa para que la viera mi padre.
Luego se marcharon a Cataluña y a su regreso a Pastriz. Siempre que pude fui a verlos a ellos y a Ignacio y Víctor, sus hijos, que siguen manifestándome ese cariño y respeto que han adquirido en esa familia, y éstos a sus hijos que son tan simpáticos y cariñosos.
Después vinieron a vivir a Zaragoza y siempre que he tenido tiempo les llamaba y pasaba a su casa a verles y seguíamos con nuestras historias de Tobed y personales. Nunca me cansaba de estar con ellos. Hasta sus últimos días, cuando ya no tenía ganas de comer y me prometió comer un poco de flan que yo le había llevado, fue nuestra última conversación.
"Gracias Daniel" por todo aquello que me enseñaste, siempre te recordaré.
Con mi admiración y cariño hasta siempre. Pili Catalán
Respuesta de la Familia Salanova Barranco:
Querida Pili:
Tu carta está escrita con el corazón. Has conseguido emocionarnos profundamente. Nunca olvidaremos los buenos momentos vividos en Tobed, que han sido muchos. Tampoco olvidaremos a tus padres, ni a esa chica luchadora que como bien dices salió de Tobed con 16 años y triunfó profesionalmente formando parte de la primera promoción de Mujeres en la Policía Local de Zaragoza. Ante todo siempre una amiga dispuesta a atender y favorecer a cualquier tobedano que demandara tu atención o ayuda. Los que seguimos aquí estamos muy orgullosos de encontrarnos entre tus amigos y juntos mantendremos viva la memoria de quien tú has querido honrar en esta entrañable carta.
Te queremos.
Familia Salanova Barranco.

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