19/4/10

In Memoriam: Jesús Rodrigo Izquierdo

Hace unos meses vi a mi padre preocupado. Había soportado cirugías, quimioterapia, radioterapia, y aún así el mal avanzaba sin piedad. Pero no era eso lo que le inquietaba. Me confesó que no sabía como agradecer la cantidad de visitas, llamadas de ánimo y regalos que estaba recibiendo de tantos familiares y tantísimos amigos. Le sugerí que cada vez que llamaseis o vinieseis a acompañarlo os lo dijese directamente, que os expresara su inmensa gratitud por vuestro apoyo,...
Pero los dos sabíamos que eso no era suficiente para él. Porque él hubiera querido que os quedaseis con él todo el tiempo del mundo, llevaros a su casa en Tobed, volver a la bodega que él mismo ayudó a construir y serviros el vino que elaboraba con ilusión junto con su cuñado Antonio, mientras vivió, y con su primo Ángel. Después os habría paseado por la iglesia de Tobed, y habría disfrutado contándoos, otra vez, la historia de la Virgen. Por supuesto, habríais subido a San Valentín, para pasar el rato buscando figuras en las formaciones de Los Abuelos. Al atardecer, no os hubieseis ido sin cenar a lo grande y, tal vez, cantando alguna jota.
Mi padre os apreció profundamente a cada uno de vosotros. Ha sido consciente del esfuerzo que suponía intentar animarle cuando por dentro se os desgarraba el corazón al verle cada vez más débil. Y si sufrió por algo es por no poder hacer más en vuestra compañía. Se le ha quedado corta esta vida, y tal vez ni con otra más le sería suficiente para realizar todas sus ideas y proyectos, estar con todos sus amigos...
Llevaba 7 años enfermo. Siempre quiso saber el alcance de su dolencia, y por mi condición de médico, era yo quien más a menudo le informaba de la progresión, a veces, o de las pequeñas victorias en otras ocasiones. Darle toda esa información, suavemente filtrada, me permitió vivir su actitud frente a la enfermedad, la vida y el inevitable final que ineludiblemente habría de llegar. Nunca expresó miedo, si acaso, en algún momento, angustia al pensar en sus nietos tan queridos. Mantuvo su vida normal hasta que el cuerpo no pudo más. Con la enfermedad muy extendida seguía llevando a sus nietos a las actividades, preparando su renovación del carné de conducir (dirección Tobed, claro), y escribiendo en este blog, dedicado a su gran amigo Daniel Salanova, con el que ya estará reunido, textos sobre su pueblo, su Virgen de Tobed, sobre la amistad, el amor, vamos, dejando claro el ser especial que era.
Nosotros, su familia, queremos agradecer a mi padre lo que él ha sido: buena persona por carácter y por convicción. Padre excepcional, nos enseñó a dar más que a pedir, a no hacer daño a los demás, a hacer amigos y no enemigos, a disfrutar de cada día. Generoso con los demás, fue muy activo en su lucha por un mundo más justo. La ropa de nuestros hijos llegaba a Cáritas casi antes de comprarla, para los que la necesitaban más... Supo disfrutar de su trabajo en Coca-Cola, donde hizo grandes amigos que le han acompañado hasta su último día.
Nunca dejó su Tobed, sus primos, sus bodegas, sus campos, y cuando estaba fuera contaba los días para volver. También a mi madre, Esther, agradecerle que durante estos años ha sido además de su mujer su apoyo, su enfermera. En los momentos más duros, en las curas más ingratas, siempre intentó resolver ella para evitárnoslo a los demás. Hasta el último minuto estuvo con él. Se lo merece, ¡gracias Mamá!
No olvidaremos el trato recibido por todo el personal sanitario de urología, cirugía, oncología, radioterapia y cirugía plástica. Celadores, enfermeras, auxiliares y médicos han demostrado profesionalidad y humanidad, muy por encima de lo razonable. También, ¡gracias!
Por ello, en su nombre y en el de nuestra madre, sus hijos y nueras, y sus cuatro nietos MUCHAS GRACIAS A TODOS por haberlo querido, y por haberlo acompañado de una forma tan intensa y sincera. El espacio que queda vacío no se llenará. Nunca le olvidaremos, nunca os olvidaremos.
Javier Rodrigo Palacios

1 comentario:

ROBERTO dijo...

Corroboro todas y cada una de las palabras de mi hermano, además de felicitarlo por su carta llena de sensibilidad que refleja exactamente la forma de ser y la propuesta de vida que siempre siguió mi padre.
Pensó en sus amigos pero también en gente que no conocía quiso a su pueblo Tobed con el alma y nos enseño también a quererlo a nosotros.
Desde aquí también agradecer a toda la gente de Tobed su calor y apoyo y a la familia Salanova su cariño hacía mi padre y que sepan que nosotros también tenemos un afecto y recuerdo especial por Daniel Salanova su familia y toda la gente de Tobed.

L. Roberto Rodrigo Palacios