1/8/09

El amor por Jesús Rodrigo Izquierdo

Juan XXIII, cuando fue nombrado Papa, dijo: "Hijos míos, amaos los unos a los otros porque es el mandamiento más grande que nos dejó el Señor"
El tiempo pasa y cambian costumbres y formas de vida. En estos últimos tiempos podemos ver, con mucha pena, cómo se van perdiendo esos valores humanos que con tanto amor nos dejaron nuestros antepasados.
Recuerdo con nostalgia a personas mayores, entre ellas abuelos, que en algunos casos no sabían ni leer ni escribir, pero su memoria era tan prodigiosa que nadie podía pensar, por sus relatos, historias y buenos consejos, que pudieran carecer de esos conocimientos.
Sus narraciones eran sencillas y fáciles de asimilar y siempre llenas de fe y amor. Muchas de ellas se basaban en casos reales y otras provenían de los libros que se leían en las noches frías de invierno, alrededor del fuego -los pueblos eran fríos-
En aquella época no había radio ni televisión.
También eran muy amenas las reuniones de vecinos y amigos, mientras se tomaba la fresca en la calle, las noches de verano.
Estoy convencido aque aquella época marcó nuestras vidas. Nosotros -nuestra generación- quizá no hemos sabido transmitir a nuestros hijos esos valores que con tanto amor nos legaron nuestros padres y abuelos, que a su vez ellos recibieron de sus antepasados. Recemos para que no se corte esta cadena.
¡El amor no tiene caducidad! Muchos grandes hombres consiguieron ver cumplidos sus deseos de triunfo, gracias a la labor constante de unas madres virtuosas -llenas de amor- que supieron grabar en sus mentes que llegarían a escalar los puestos más altos en la sociedad, si se lo proponían y trabajaban con tesón, fe y amor.
Thomas Alva Edison atribuía a su madre todo lo que fue y como premio de su gratitud, nada hizo que pudiera apenarla.

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